Un largo viaje de Riobamba a Quito fue el preludio de una desgracia… que ventajosamente
no sucedió. Una llamada al 9-1-1 salvó la vida de una madre y su joven hijo. Luego de un
baño, Roberto y María empezaron a sentir un malestar que los inquietó.
Preocupada, se comunicó con su sobrino Lenin, quien vivía en el mismo conjunto habitacional.
La intranquilidad se apoderó de Lenin y con el presentimiento de que algo malo podía
suceder, corrió agitado al edificio contiguo, pero no pudo entrar. Los minutos transcurrían
vertiginosamente y la desesperación aumentaba, un vecino se convirtió en un ángel de
esperanza y le dejó ingresar, pero al llegar al tercer piso, otra puerta cerró su paso.
A través de la fría cerradura, podía percibir el conocido sonido del tono del celular de su tía.
No tener respuesta lo alteró. Impotente, se detuvo, respiró hondo y pensó, “debo llamar a
emergencias… al 9-1-1”
. En medio del nerviosismo, Lenin dio la información al operador:
si había olor a gas, cuántas personas eran, dónde estaban ubicadas… David coordinó la
movilización de los organismos de rescate.
Sin tardar, los policías y bomberos llegaron, revisaron el lugar… desde el quinto piso un
bombero descendió e ingresó por la ventana, abrió la puerta y sus compañeros entraron
para atender a los afectados. Lenin recuerda que sacaron inconsciente a su primo, pero
con su tía se demoraron un poco más. Sin saber qué hacer, Lenin quiso entrar y ayudar
pero, esto era más peligroso, los niveles de monóxido de carbono eran muy altos.
Los minutos se hacían eternos para Lenin, esto casi siempre pasa en una emergencia; pero
no es así porque quienes atendieron este incidente actuaron de manera eficaz lo que
permitió que estas dos personas hoy puedan contar su historia.
Una vez que estuvieron fuera de peligro, los llevaron en ambulancias al hospital, donde un
equipo médico especializado estaba presto a brindarles atención. Luego, Roberto abrió los
ojos y se enteró que sobrevivieron a la inhalación de monóxido de carbono. Ahora de esta
emergencia solo quedan recuerdos y lágrimas de emoción. Días después, gracias a los
cuidados necesarios volvieron con sus seres queridos, quienes anhelaban su retorno. (I)